22/9/15

Machismo, feminismo y enseñanza

Hoy he asistido a un acto político sobre feminismo. Era un acto político de izquierdas. Catalunya sí que es pot organizaba el acto y realmente me apetecía escuchar el análisis y las propuestas que se hacen desde la izquierda sobre el tema, sobre todo porque creo que ésta ha de ser una lucha incesante y que aún hay mucho camino por recorrer. El machismo no solo se manifiesta en una estructura social y en un determinado comportamiento fácilmente identificable, el machismo es también una estructura de pensamiento que determina las maneras de mirar y de entender, que define los procedimientos sociales y la "eficacia" política, o que dibuja las claves del éxito social y los objetivos vitales como si fueran los únicos asumibles. El machismo lo llevamos tan dentro de nosotros que difícilmente podemos desarraigarlo de nuestras entrañas sin sentir que se nos ha extirpado una parte de nosotros, una parte de lo que somos. Pero, por eso mismo y porque el camino es largo, debemos persistir con más ahínco, sin duda.
Debo decir que, en general y a tenor de lo que he escuchado, no hay grandes novedades en el pensamiento feminista de izquierda. Y lo entiendo porque tampoco han cambiado tanto las cosas como para plantearnos una política diferente ante el grave problema. Aunque también es cierto que hay algunos aspectos del análisis feminista en los que seguimos equivocándonos y que quizás, creo humildemente, deberíamos replantearnos. Digo solo quizás porque es posible que yo me equivoque, pero mi experiencia como docente me lleva a pensar que nos alejamos de la realidad cada vez que analizamos del machismo en los jóvenes y cada vez que criticamos el compromiso de los institutos en la lucha contra el machismo. Me da la sensación de que hemos caído en una serie de tópicos que, por mucho que sean tópicos y persistentes, no son ciertos en absoluto. Primer tópico: siempre acabamos afirmando que los jóvenes actualmente son mucho más violentos y machistas que en cualquier otro momento de la historia reciente. Si mi memoria no me traiciona, tengo que afirmar que no es cierto. Los jóvenes no son más violentos ni tampoco tienen actitudes más machistas que sus padres o sus abuelos. Si lo pensáramos tan solo un minuto, nos daríamos cuenta de lo absurdo de tal afirmación. Simplemente haciendo un pequeño ejercicio de memoria, sin duda recordaríamos a aquel tipo que prohibía a su novia salir con sus amigas, pero que cada noche se emborrachaba o se iba de discoteca con sus amigotes. Seguro que aún recordamos aquél vecino que imponía su voluntad en casa a base de gritos o de hostias. ¿Nadie recuerda aquel semanario, El Caso, con exponía de manera cruda una orgía de crímenes machistas? No, no me digan que ahora los jóvenes son más machistas. Entiendo que siempre sea más fácil aborrecer el ombligo de otro que el propio, que siempre sea más fácil creer que nuestra generación fue la luchadora y que cualquier otra nunca le llegará a la suela de los zapatos, pero, si somos sinceros, deberemos reconocer la mierda que se escondía en aquel pasado.

Segundo tópico: los chicos en los institutos desarrollan actitudes machistas. Falso. Aquí sí debo decir de forma categórica que esa afirmación es del todo falsa. Los chicos no desarrollan esas actitudes en los institutos, sino que ya vienen de casa con esa carga. Pero eso también nos cuesta entenderlo porque nos duele aceptar lo que significa. Los chicos, por ser jóvenes, no son esencialmente violentos ni machistas, no creo en absoluto que de forma natural ellos desarrollen esos comportamientos sociales, sino que los chicos reproducen las actitudes y los comportamientos que ven a su alrededor. Ya le podemos decir a un chico que debe respetar a las mujeres, si más tarde en casa su padre recrimina a su esposa (o a su compañera) porque no tenga puesta la mesa; es absurdo que los profesores luchemos contra la violencia, si después a los jóvenes les reciben en casa a bofetadas o con gritos. Que no, que los chicos no son machistas porque ahora toque una generación podrida o unos institutos y unas escuelas podridas. En todo caso, ellos son el espejo en el que nos estamos mirando, ellos han aprendido de nosotros y reproducen lo que somos nosotros. Porque, insisto, no nos asquea tanto que los jóvenes sean machistas como aceptar que si ellos son machistas es porque les hemos traspasado nosotros el estigma.

Tercer tópico: los profesores traspasan el machismo a los chicos porque los contenidos curriculares que enseñan en los institutos son machistas. Puntualicemos. Los contenidos curriculares pueden ser machistas, no digo que no, pero los currículums no los hacemos los profesores, los currículums se definen en los despachos de los políticos. Por lo tanto, asuman sus culpas. Además y en favor de los docentes debo decir que los contenidos quedan definidos en las programaciones que sí hacemos los profesores a partir de los currículums, pero en las que intervenimos activamente para desarrollar, entre otras cosas, aquellas actitudes que tienen que ver con el respeto y con la igualdad (a veces incluso a costa de otros contenidos y, por lo tanto, sin mirar demasiado a las leyes). Otro dato sobre la presunta escasa implicación del profesorado en la lucha contra el machismo: la mayor parte del profesorado de la enseñanza obligatoria es femenino y, además, creo que hay pocos segmentos de la población que puedan equipararse en sensibilidad y compromiso en la lucha contra el machismo como el de la enseñanza. Pero si no me creen, todo esto es fácil de comprobar: vengan (bajen) a las aulas con nosotros.

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