6/12/15

Etnicismo de vergüenza

En muchas ocasiones, una opinión etnicista o xenófoba o machista o, en general, misantrópica, resulta una opinión creíble. Hay sujetos que dominan la oratoria y son capaces de esconder las opiniones más despreciables en bonitos engarces argumentales. Estos tipos, al menos, son un estímulo intelectual. Pero cuando nos topamos con lo más odioso edificado sobre lo burdo y estúpido, entonces es cuando ya sobrepasamos ciertos límites, entonces es cuando ya nos escupen el insulto a la cara y nos tratan de imbéciles sin disimulo alguno. Recomiendo, para tener un ejemplo claro de esto último, el artículo de opinión de Lluís Bou en El Món, publicado el 5 de diciembre. Prepárense para la estupefacción, el cabreo o para la hilaridad. Da para mucho el engendro.
Dice el tal señor Bou que hay al menos cinco diferencias entre Madrid y Barcelona, diferencias perceptibles a simple vista, según él. La primera es que Madrid vive ligada a un pasado colonial, mientras que Barcelona es una ciudad afrancesada. Pero, cuando dice afrancesada, ¿a qué se refiere? ¿En qué lo nota el señor Bou? Su percepción del afrancesamiento, ¿es algún dato histórico ortopatriótico que se nos haya escapado? ¿O es porque quizás la habanera catalana procede de Lyon o París sin que aún lo supiéramos? ¿Quizás el cancán parisino está en la raíz de la sardana? ¡Ah, ahora, El Molino! ¡Cómo no me había dado cuenta antes!

Segunda diferencia. Textual: "A Barcelona es consulta molt l'internet del mòbil, a Madrid no". Lo dicho: estupefacción, cabreo e hilaridad, y no por ese orden. Este argumento me recuerda a las razones que esgrimen las criaturas de cinco o seis años para decidir que su ciudad o su papá son los mejores del mundo. Porque, si no entiendo mal, lo que dice el señor Bou es que Barcelona es moderna porque miramos mucho el móvil y en Madrid no deben saber qué es, o quizás porque lo utilizan para hacer bulto en el pantalón, ahí, junto al paquetito. ¿Qué Madrid habrá visitado este hombre? Con estos argumentos, ¿alguien puede creer que habrá ido alguna vez más allá del peatge de Martorell?

Pero vamos con la tercera, que tampoco tiene desperdicio: "Madrid bruteja molt més que Barcelona". Vamos, que parece que en Madrid se nade en mierda y que en Barcelona se puede comer la escudella en el suelo. Más allá de la eficiencia de los servicios de limpieza, ¿seremos capaces de aceptar la imagen de que los madrileños son sucios porque son de Madrid y los barceloneses muy limpios porque son catalanes? Sin duda, éste es un argumento etnicista y solo le ha faltado decir que los madrileños tienden hacia la negrura, la morería o el achinamiento, mientras que en Barcelona somos todos muy arios y listos.

En su cuarta diferencia anuncia Bou que Carmena es menos de izquierda que Colau. Claro que esto de ser de izquierdas no siempre es bueno para todos y no sé si el señor Bou lo dice en sentido positivo o negativo. Pero el caso es que, ¡para izquierda izquierda, la catalana! ¡Vamos, vamos! ¡Estos madrileños no tienen puta idea de qué es ser de izquierdas! Solo le ha faltado decir esto, aunque por su buena pluma ya se intuía.

Y la quinta y última: en Madrid hay buenos camareros, pero como destino turístico nada como Barcelona. Que se nos rifan, vamos. Y eso a pesar de que los catalanes no servimos para ser camareros y los españoles no han nacido para otra cosa. Pero, ¿este señor se habrá pasado por el barrio de la Barceloneta en verano? Lo del turismo barato que inunda Barcelona de jóvenes borrachos que se pasean en bolas mientras compran una baguette, ¿es propaganda española? Me avergüenza, no lo niego. Me avergüenza que este tipo se diga catalán y que a mí me metan en el mismo saco de alguien que utiliza argumentos tan burdos, infantiles y xenófobos. Claro que eso pasa por poner según a qué bueyes antes que el carro.

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